CAPÍTULO 29: EL ESPEJO EN SUS OJOS
Jacob
Me quedo quieto, como si el piso pulido del lobby se hubiera vuelto hielo bajo mis zapatos. La niña me mira con descaro dulce; esos ojos… grises, claros, con una luz que conozco demasiado bien cuando se enciende ante un reto. Me observo en ella como en un espejo maldit0. Trago saliva. No voy a permitir que una coincidencia óptica me desarme.
—¿Cómo se llama usted? —pregunta la pequeña, medio escondida tras la falda de Elena.
—Jacob —respondo.
El niño me extiende la mano con solemnidad.
—Mucho gusto, señor… “Cajob”.
Los labios se me curvan sin permiso. Me agacho para estar a su altura y le estrecho la mano como a un ejecutivo en una firma.
—Es Jacob, pero puedes decirme “Cajob” si quieres.
El pequeño asiente serio, satisfecho. La niña ladea la cabeza.
Elena da un paso, los recoge con los brazos, como si yo fuera el peor peligro del mundo. Su gesto me enciende la sangre, ¿es que acaso cree que les haría daño?
—La persona que los cuidaba tuvo un i