Jacob, Isabella y Owen estaban en la cocina desayunando cuando Owen, con una sonrisa pícara, lanzó una idea:
—¿Qué tal si jugamos un juego de preguntas y respuestas? —propuso, mordiendo un pedazo de tostada.
Isabella levantó una ceja, intrigada.
—¿Tipo verdad o reto, pero sin los retos?
—Exacto —asintió Owen—. Solo preguntas. Y nada de respuestas aburridas.
Jacob se encogió de hombros.
—Vale, pero si empiezan con cosas incómodas, me largo.
Owen no perdió el tiempo.
—Primera pregunta: ¿Sobre qué sueñas, Jacob?
Jacob no dudó ni un segundo.
—Facil, Sexo.
Owen soltó una carcajada, e Isabella lanzó un suspiro exagerado.
—¡Chicos, todas sus respuestas terminan en lo mismo! —protestó.
Owen asintió, sin arrepentimiento.
—Somos hombres, Bella. ¿Qué esperabas?
—Odio este juego —murmuró Isabella, aunque una sonrisa se asomaba en sus labios.
Jacob miró a Owen con complicidad.
—¿Quieres hacer los honores?
Owen se inclinó hacia Isabella con una sonrisa traviesa.
—Isab