Marina
Esto es una mala idea.
Mientras me miro en el espejo tratando de decidir si me gusta o no lo que me he puesto, solo puedo pensar en que no hay manera en que esto vaya a salir bien.
Es que no entiendo cómo demonios pude dejar que esos dos hombres me convencieran de irme de fiesta con ellos.
Para empezar, mis ánimos no están en lo que se dice una actitud fiestera, por Dios ¡mi hermano está secuestrado! y por otro lado está el hecho de que no confío en mi misma para estar en un ambiente de ese tipo con Salvador.
Tomando el celular decido que si ya me lanzé de cabeza a esta locura, entonces al menos voy a necesitar refuerzos.
Marco el número de Clara y ella me contesta a la segunda timbrada.
—Por favor dime que estás bien—es lo primero que mi amiga me dice y me siento un poco culpable, pues últimamente cada vez que la llamo es únicamente para darle malas noticias.
No es que hoy sea diferente.
O al menos no mucho.
—Lo estoy—le digo para tranquilizarla, pero de inmediato agrego—Pero