Salvador
El silencio en la oficina es afixiante mientras que Renata está completamente quieta en la puerta. Su mano sigue sosteniendo el pomo y por lo blancos que tiene los nudillos se que esta conteniendose para no estallar.
Puedo notar la confusión y la rabia viva en sus ojos mientras mira de mi a Marina y aunque la relación que tenemos es bastante estable, eso no significa que no sea demasiado drámatica y porque no decirlo, celosa.
Por eso sé lo que se viene asi que me adelanto diciendo:
Renata corre hacia mí con dramatismo exagerado.
—Me he cortado la mano con el vidrio de un vaso.
Entonces la atención de Renata va a la venda y veo como sus ojos se abren, la rabia se disipa un poco y el segundo está corriendo hacia mi.,
—¡Oh Dios! ¿Cómo fue que pasó? —exclama, posando las manos sobre mi rostro. —¿Por qué no me llamaste?
Muy bien, esto puedo manejarlo y con algo de suerte salir ileso.
—Estabas con tus padres, amor, no querpia preocuparte por algo que no es grave.
Ahora Renat