Capítulo 16
El sol de la mañana apenas alcanzaba a colarse por los grandes ventanales de la oficina de Roma William, tiñendo el espacio de un dorado elegante, casi solemne. El aroma del café recién hecho aún flotaba en el aire, mezclado con el leve perfume a madera de los muebles nuevos. Roma estaba sentada detrás de su escritorio, con la vista fija en unos documentos que repasaba sin realmente leerlos. Sus ojos seguían las letras, pero su mente estaba lejos, atada a los recuerdos imparables de la noche anterior.
Había pasado horas intentando convencerse de que aquel encuentro con Magnus no la había afectado, que lo podía borrar con la misma frialdad con la que desechaba contratos poco útiles. Sin embargo, la imagen de sus ojos profundos, la forma en la que se había presentado con ese aire de dueño del mundo, y lo peor de todo: la manera en la que su padre había mostrado interés en él, la habían dejado inquieta.
Como todas las mañanas Cristal entró en la oficina sin tocar, como acost