Lo inevitable

Capítulo 29

El sol del mediodía bañaba los jardines de la mansión William, cuando María y Daniela regresaron con el coche cargado de bolsas. Apenas ellas cruzaron el portón principal, Samuel salió a recibirlas con esa sonrisa cálida que siempre lo había caracterizado. La misma que a pesar de sus canas y los años, le daban ese porte firme. Además, cada vez que veía a Daniela sus ojos seguían brillando con la misma pasión he intensidad con la que la miraba desde que eran jóvenes.

Este se acercó a ambas mujeres sin importarle nada más, tomando a Daniela de la cintura para luego darle un beso lleno de ternura y complicidad. María, aunque estaba acostumbrada a las muestras de afecto por parte de su esposo no pudo evitar sonreír con cierta envidia, pero una muy sana. Un amor así no era común y ella lo sabía porque junto a su esposo había afrontado muchas batallas para mantener su amor unido.

— ¡Vaya! Ya veo que hicieron estragos en el supermercado y se trajeron muchas cosas —bromeó Samuel
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