Capítulo 33
El rugido del motor se apagó justo en la cima de aquella colina. Magnus permaneció dentro del coche, con las manos aferradas al volante y la respiración contenida, mientras observaba cómo las luces de la ciudad titilaban en la distancia como un cielo invertido. Era el mismo lugar de aquella vez. El punto exacto donde, nueve años atrás, su destino había cambiado sin que él siquiera lo sospechara.
El viento soplaba con fuerza, arrastrando el eco de todo los recuerdos, y por primera vez en mucho tiempo sintió miedo. No miedo de la verdad que acababa de descubrir, sino de lo que aquella verdad representaba. Ahora tenía hijos, dos. Dos hijos con Roma William u no lo había sabido hasta esa tarde. Hasta incluso se sentía ridículo por haber pensado que tal vez esos niños serían de otro.
Por un momento cerró los ojos y apoyó la cabeza contra el respaldo para poder pensar. La imagen de los niños corriendo hacia él y gritando papá lo perseguía con una precisión quirúrgica, clavándos