Capítulo 34
El silencio en la mansión William se había vuelto casi insoportable para los presentes. Las risas de los niños habían cesado hacía ya un buen rato, y Roma acababa de subir a sus habitaciones para poder acostarlos. Ellos seguían preguntando con la inocencia de su edad, la misma pregunta una y otra vez.
— ¡Mamá! ¿Por qué papá se fue tan pronto? — pregunto Dalhia entre las sábanas.
— ¿Acaso asustamos a papá? Él es igual a mí — dijo Mateo luego de recibir su beso de buenas noches.
Roma apenas había podido sonreírles entre cada pregunta y prometerles que mañana hablarían de eso con calma. Sin embargo, en su interior, la angustia la estaba devorando viva. No entendía cómo los niños habían podido reconocer a Magnus sin jamás haberlo visto, pero ya había sucedido. Era la primera vez que sus ojos se encontraban con los de él, y aun así, lo habían llamado papá sin dudarlo, como si algo más fuerte que la lógica los hubiera guiado.
Cuando Roma cerró la puerta del cuarto y los vio do