Epílogo.

Elizabeth:

Años después:

Jadeaba sobre la boca de mi esposo mientras que el me embestía, sus enormes manos acariciaban mi espalda con posesividad y fuerza, sentí sus dedos apretar la carne mis piernas mientras seguía embistiéndome.

Estaba sobre el, moviendome como a el le gusta, gimiendo como a el le gusta y besandolo como a el le gusta. Mis manos se fueron a su cuello y el hizo hacia atrás su cabeza para que besara su cuello, a el le encanta que haga eso, le encanta sentir mis labios sobre su piel.

—Amo como me aprietas —me miró—, sigue montandome muñeca.

Puse mis manos en sus hombros para moverme con rapidez, ambos estábamos jadeando y gimiendo. Me encantaba ver a mi esposo loco por mi, que a pesar de los años seguía amándome como el primer día.

Se puso de pie para acostarme sobre la cama, puso mis piernas en su pecho para comenzar a embestirme, me sostuve de la sabana con fuerza ya que mi cuerpo estaba comenzando a tensarse con fuerza, deje salir mi orgasmo sin poder evitarlo.
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