¿Aterrada? Hasta lo más profundo de mi alma.
Mi corazón comenzó a latir salvajemente, acelerándose a cada segundo como si quisiera huir de mi pecho y escapar a un lugar seguro, mientras veía la punta de un arma apuntando directamente a mi cabeza. Sentía frío, incluso cuando sabía que solo era una reacción de mi cuerpo ante el miedo.
Levanté las manos por instinto, forzándome a respirar con calma. No podía permitir que aquel tipo intentara disparar dentro de la casa, no cuando sabía que mis hermanos no habían escapado. Mi mente corría a mil por hora, pero me sentía congelada, sin poder mover ni un músculo.
¿Podría escapar de esta? Jamás había visto al peligro a los ojos. No de esta manera.
Aquel hombre me miraba con tanta lujuria que me generó nauseas. Podía observar su dedo en el gatillo y solo me preguntaba cuando decidiría apretarlo. ¿Qué podía hacer? Él no titubearía en disparar al más mínimo movimiento. Lo sabía con la misma certeza con la que sabía que debía hacer algo. Mis herma