Cada paso que daba Noah hacia Valeria era una batalla. Se obligaba a caminar, pero el instinto le gritaba que corriera en dirección contraria.
Pensaba en ella. En su sonrisa triste. En cómo la había traicionado y no sabía si ese sufrimiento se repetiría, con su situación era muy probable.
Se sentía consumido por el deseo de tenerla cerca, de abrazarla, de explicarle cada una de las mentiras que había dicho… la necesitaba. Quería decirle que la amaba. Pero la razón le recordaba que esa necesidad era el egoísmo más grande que podía cometer.
Era una sentencia de peligro para ella. Estar lejos era la única forma de protegerla. El aire se le pegaba a la garganta. La quería, la necesitaba... pero no podía ser. La distancia era el único consuelo que le quedaba, la única muestra de amor verdadero que le podía dar.
Fue entonces cuando la sintió. Una mirada helada, clavada en su espalda. Una sensación que no era nueva, pero que ahora se sentía más intensa, más cercana.
El vello de su nuca s