Valeria revisó el informe, sus ojos pasaban sobre los números que mostraban un progreso impecable. La reinauguración estaba a unos días, y todo estaba saliendo tal como lo había planeado.
Los ejecutivos la felicitaron una y otra vez, pero los aplausos y las sonrisas no lograban llenar el eco vacío en la sala de reuniones. Su mente, de nuevo, vagaba a la imagen de un rostro que no quería ver, pero que tampoco podía olvidar.
Más tarde, mientras supervisaba los detalles del pasillo principal de Aurora Global, vio a William. Estaba hablando por teléfono, riéndose de forma despreocupada. Valeria se acercó con la intención de pasar de largo, pero se detuvo.
—William —dijo, con voz lo más casual posible.
William se disculpó y colgó la llamada.
—Valeria, ¿todo bien?
—Sí, perfecto. Solo quería… saber cómo van las cosas en el taller ¿Han avanzado con el nuevo mármol?
William frunció el ceño. Valeria siempre estaba atenta a todo, y confiaba en su palabra, pero sabía cuál era su intenció