El murmullo se apagó cuando los dueños y gerentes regresaron al frente de la sala. Todos los equipos se tensaron en sus asientos. El aire pesaba.
La Gerente General tomó el micrófono. Era la misma que Valeria había visto riendo con Angélica.
—Antes que nada —dijo con una sonrisa profesional—, queremos agradecerles a todos por el esfuerzo y el talento que han demostrado en este concurso. Hemos visto propuestas de altísimo nivel, lo que nos ha hecho la deliberación más difícil de lo esperado.
Valeria sintió un nudo en la garganta. Su corazón latía tan fuerte que le costaba escuchar.
A un lado tenía a sus dos diseñadoras, igual de tensas, retorciéndose las manos, con la respiración entrecortada.
Al otro lado, apenas un paso detrás, Noah la observaba en silencio. Podía leer en su postura la ansiedad contenida.
Él cerró la mano en un puño dentro del bolsillo. Más que nadie, sabía lo mucho que ella había puesto en este proyecto. Y más que nadie, deseaba que ganara.
No por orgullo, ni por