Capítulo 2: Ataque

—Maldito bastardo…— murmuró ella poniendo la caja con sumo cuidado en el piso. Recogió los planos mientras el ascensor se detenía en el piso veinte que era el último.

Algunas personas entraron, ayudándola a salir cuando volvió al piso dieciocho, deseando poder tirar a ese hombre desde la azotea del edificio si fuera posible.

Llego a la recepción del piso y la asistente se apresuró a ayudarla.

—¿Valeria que sucedió? Camila me llamo diciendo que saliste corriendo del taller. ¿Si llegó?

Valeria respiro hondo dejando sus pensamientos por un momento y se enfocó en Anna.

—Si aquí está, por fin Ben termino la obra para Cecilio. Quedo hermosa. — Una sonrisa iluminó su rostro — Por favor llama a William de inmediato, hay que enviarla. Pero primero dame mis zapatos. —Dijo mientras se quitaba el casco y los lentes de seguridad.

Su cabello oscuro cayo en ondas por su espalda. Mientras se quitaba las botas y se ponía sus tacones de aguja.

—¿Tienes el informe listo? ¿A qué hora es la junta? — Preguntó

—Si, ya está listo, pero la junta se suspendió— respondió Anna. — El vuelo del Señor Víctor se retrasó.

Valeria se detuvo, antes de quitarse la bata.

—Ah, bueno, reprográmala para mañana. ¿Qué más tenemos para hoy? Si no hay nada más me devuelvo al taller.

—Tu siempre quieres estar en el taller Valeria — Dijo Anna sonriéndole — Pero tienes una entrevista. —Dijo señalando al a sala de espera de la recepción.

Estaba tan concentrada en la obra de Ben y en la junta que tendría que no había notado a Alessandro en la pequeña sala frente a su oficina. La miraba con el ceño fruncido y un poco intrigado.

Valeria se congeló por un momento, ¿Venia a verla a ella?

—Él es el señor Noah Priego, viene por la entrevista de trabajo que solicito William. —dijo sonriendo — Espero le des un buen cargo, necesito esa vista en este piso.

—¡Ja! —A Valeria se le ilumino la cara, no podía evitar sonreír, acababan de poner en sus manos la oportunidad que había pedido… y se iba a divertir.

Alessandro no podía escuchar perfectamente lo que decían, pero al verla con esa sonrisa no pudo evitar fruncir el ceño, respiro profundo.

—Ni en mil años lo veras en este piso Anna — Respondió, quitándose la bata sin dejar de mirarlo.

Llevaba un traje sencillo pero conservador, que resaltaba su figura, una blusa azul vibrante que contrastaba con su piel blanca y una falda negra. Le dio la bata a Anna, que estaba viéndola con una expresión confundida.

—Luego te cuento— Le dijo Valeria.

Se dirigió a Alessandro, quien ahora se hacía llamar Noah Priego, y así sería hasta que saliera del lio en que se había metido.

Los tacones de aguja resonando sobre el piso de mármol cada vez más cerca.

—¿Señor Noah Priego? —Preguntó con una sonrisa en la cara.

Noah la miro apretando la mandíbula, sabía lo que vendría.

—Mi nombre es Valeria Sarli, coordinadora general de este centro. Pase a mi oficina — dijo levantando las cejas.

Noah exhalo por la nariz mientras pasaba una mano por su cabello con frustración. Había construido su propia jaula… y no solo había encerrado a una fiera en ella, sino que además la había provocado.

Se levantó del asiento dirigiéndose hacia ella.

—Ah, perdón por mis modales — Valeria lo detuvo. —Déjeme abrirle la puerta. Quizás así pueda ver como se debe hacer.

Noah entró. Su mandíbula crujía bajo la presión contenida de sus propias palabras, sintió una suave fragancia de jazmín y vainilla al pasar a su lado, tan sutil como firme. Abrió la boca para decir algo, pero ella lo detuvo de nuevo.

—Siéntese por favor— señaló la silla en su escritorio.

La oficina era grande de colores cálidos, con ventanales hacia la ciudad, decorada con obras de arte minimalistas, Noah presto especial atención en una que estaba en la esquina, era grande, con espejos altos detrás.

La silla frente a su escritorio estaba tapizada en cuero cálido, y el suave zumbido del aire acondicionado apenas era perceptible. Era una oficina elegante y con estilo. Aunque la chica le seguía pareciendo promedio.

Valeria hojeó su carpeta como si fuera un chiste de mal gusto. Sin levantar la mirada, dijo:

—Según esto, vienes recomendado por el señor William. No hay experiencia reciente en alguna empresa, pero dicen que tienes “habilidades administrativas”. ¿Es cierto?

Alessandro asintió.

—Si. Mi experiencia se basa en…

—¿Estudios? —Interrumpió Valeria.

Noah respiro hondo. Recordó lo que le dijo su hermano, no podía exponerse. Solo es alguien que tiene algo de experiencia y ya. Aunque el realmente era Ingeniero en diseño y desarrollo de la tecnología, graduado con honores en la Universidad de Roma "La Sapienza", con posgrados y maestrías. Apretó la mandíbula maldiciendo a los que lo metieron en esos movimientos fraudulentos.

—No, aun no teng…

—Eso lo explica todo— Dijo Valeria viendo de reojo la irritación en la cara de Noah.

Él se contuvo con una sonrisa, pero estaba a punto de perder la paciencia y soltar todo lo que quería decirle realmente.

Ella levantó la mirada, directo a sus ojos.

—Lamentablemente —dijo con calma—, ese puesto ya fue asignado. Nos queda uno disponible. Obrero de planta. ¿Sabes lo que es esto?

Él enarcó una ceja, no podía creer lo que le ofrecía.

—¿Estás bromeando?

—¿Por qué lo haría?

Silencio. Valeria mantenía la compostura, pero Noah podía ver la pequeña curva de satisfacción en sus labios. Maldijo para sus adentros, no quería darle esa victoria. Ella solo quería humillarlo, y eso nunca le había pasado a Alejandro Strozzi.

Quería decirle que no, quizás lo hacía por que sabría que no lo aceptaría, era su forma de humillarlo más. Pensó rápido. Su situación era precaria, pero, aunque podría encontrar otra manera, no podía irse sin darle una lección a esta mujer. Tenía que encontrar una forma, pero para eso debía quedarse.

—Maldita sea—Pensó fulminándola con la mirada, dándose cuenta que el ego podía más que la razón.

—Obrero de planta señor Priego, lo toma o lo deja— insistió ella.

—Lo tomo —dijo finalmente, con el estómago ardiendo.

Ella frunció el ceño, estaba segura que no lo aceptaría, aun así, cerró la carpeta con un clic seco. Se puso de pie.

—Perfecto. Comienzas mañana. Al salir te entregaran los implementos de seguridad, no olvides tus botas.—Se giro antes de salir por la puerta — Veamos si puedes durar al menos una semana.

Salió sin darle la mano.

Él se quedó sentado, con los nudillos blancos de tanto apretar los puños, humillado por una mujer promedio. Por primera vez, Alessandro Strozzi —ahora Noah Priego— supo que había alguien que no caería rendida a sus pies tan fácilmente.

Y maldita sea… eso le molestaba más de lo que pudo haber imaginado.

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