Capítulo — Amanecer entre dudas
(Punto de vista: Sofía Rojas)
El amanecer se filtró entre las persianas del consultorio de Guillermo con un tono suave, casi tímido, como si la luz también dudara de entrar. Yo abrí los ojos despacio, con esa sensación de haber soñado demasiado vívido. El calor en mi piel, el recuerdo de un beso, el peso de unos brazos que me envolvían… ¿había sido real?
Giré apenas la cabeza y lo vi. Adrián, en el borde del diván, como si hubiera pasado la noche entera entre sueño y vigilia. Tenía el cabello revuelto, los ojos cerrados, la mano todavía sobre mi vientre. Y justo allí, bajo su palma, el bebé pateó. Una caricia doble. Una complicidad muda.
No supe si llorar o reír. No me atreví a despertarlo, aunque parte de mí deseaba hacerlo.
La puerta se abrió sin previo aviso. Entró Ángela, mi obstetra, con la bata blanca arrugada por las horas de guardia. Me sonrió al verme despierta, pero su mirada se detuvo un instante en Adrián, y después en mí.
—Buenos días,