Capítulo — Deuda con intereses
(Punto de vista: Valeria Montesino)
El encierro me estaba volviendo loca. La humedad que subía por las paredes, la cama dura como piedra, la cerradura cerrada desde afuera… cada detalle me recordaba que no era más que un animal enjaulado. Y yo no había nacido para eso. Yo nací para ganar, para manejar a los hombres como si fueran simples fichas de ajedrez.
Me sentía humillada, pero no vencida. Todavía no.
Esa noche, la puerta se abrió con un chirrido metálico. El dueño del casino entró sin golpear. Tenía un cigarro encendido, y el humo dibujaba espirales en el aire. Caminaba como quien ya conoce la respuesta de un juego que los demás apenas empiezan a jugar.
—¿Qué tal la habitación, princesa? —preguntó con una ironía que me desgarró los nervios.
Lo miré con desdén, aunque por dentro me hervía la sangre. Crucé una pierna sobre la otra, acaricié con los dedos el borde del uniforme barato que me había dado, y sonreí.
—He estado en peores lugare