Capítulo 27. Un extraño
Angelo
«Hijo».
La palabra resuena en mi mente como un disparo.
Es mi padre biológico.
El resentimiento me golpea como un puñal. Toda mi vida he sentido que no encajo, que Luka me tolera más de lo que me ama; que soy un extraño en mi propia casa. Y ahora, frente a este hombre, entiendo que mi falta de identidad tiene un rostro.
Me quedo paralizado. El corazón me late tan fuerte que me retumba en los oídos. No necesito que lo repita, pero lo hace.
—Soy tu padre —reitera, dándose cuenta de mi pasmo—. Escucha, hijo… Te contaré todo lo que quieras saber…
La palabra vuelve a clavarse en mí. Hijo. Nunca me había dolido tanto un vocablo. Luka me lo ha dicho pocas veces, y cuando lo hace, suena más a obligación que a cariño. Pero en boca de este hombre, se siente como una cadena que me ata a algo que no quiero aceptar.
—No… —Niego con la cabeza, retrocediendo un paso—. Tú no eres nadie para mí. Mi padre es Luka Provenzano.
El hombre sonríe con amargura, como si hubiera esperado esa reacción.
—