Capítulo 26. Hijo
Angelo
El aire de la noche me corta la piel cuando bajo de la motocicleta en la calle, oculta en la oscuridad. Estoy frente a la casa de Emily, observando a los guardias que vigilan el jardín como si fueran perros entrenados. Se mueven con torpeza, confiados en que nadie se atrevería a desafiar la seguridad del General Lennox. No saben quién soy. No saben las cosas que he tenido que hacer para sobrevivir en este mundo.
Me burlo en silencio de su rutina predecible: uno fuma, el otro se distrae con el teléfono. Es fácil escabullirse entre las sombras, como siempre lo ha sido para mí. Soy un fantasma, alguien que nunca ha tenido un lugar real en este mundo. Y esta noche, no me importa si me descubren. Necesito verla. Necesito sentir a Emily entre mis brazos, por muy enfermo que eso parezca.
Me deslizo entre los setos, burlándome de la torpeza de los guardias. El humo del cigarro de uno me cubre, el resplandor de la pantalla del celular del otro me protege. Ninguno me ve. Ninguno me escuc