30. La pulsera
Emilia Díaz
A la mañana siguiente, Álvaro se fue temprano a la fábrica a trabajar, prometiendo que llegaría a tiempo para despedir a papá y a su familia, quienes tenían que regresar ese mismo día. Papá había logrado obtener tres días de licencia para asistir a mi graduación, y hoy era el segundo día que pasaríamos juntos. Sin embargo, por la tarde-noche partirían de regreso a casa, y serían varias horas de viaje hasta su destino.
Mara nos llevó en su coche a almorzar, pasear y hacer algunas compras. No quería que el día terminara, no quería tener que despedirme de papá y Denise. Pero lo inevitable llegó. Cuando regresamos a casa, Álvaro ya había llegado y, con ese tono protector que siempre usaba conmigo, se ofreció a llevarnos al aeropuerto.
La despedida en la terminal fue más difícil de lo que esperaba.
—Los extrañaré mucho —dije con la voz entrecortada, sintiendo cómo unas pequeñas lágrimas escapaban de mis ojos.
Denise y papá se acercaron. Ella, con su ternura habitual, limpió las