42. DC Automotive Group
Álvaro Duarte
La puerta de la mansión se cerró detrás de nosotros con un leve clic. El eco familiar del recibidor me hizo sonreír. Era extraño… estuvimos apenas dos días en el hospital y ya extrañaba a mi hijo como si hubieran pasado meses.
Llevaba al bebé bien envuelto en la manta celeste, durmiendo plácidamente contra mi pecho. Su cabecita apenas pesaba, pero el significado de tenerlo ahí era inmenso, no vi a mi hijo nacer, pero era como si lo estuviera haciendo a través de este pequeño, me removía emociones en el pecho. Con la otra mano, sostenía la de Emilia. Estaba cansada, lo notaba en su andar lento, en la forma en que se apoyaba un poco más en mí, pero había una paz en su mirada que me revolvía el corazón.
Al cruzar el umbral hacia la estancia, los vi.
Mara, estaba sentada en el sofá con las piernas cruzadas y una sonrisa que le iluminaba todo el rostro.
Gael, a su lado, con el brazo, rozándole apenas la espalda, como si le bastara ese mínimo contacto para sentirse completo.