37. Traición con traición se paga
Santiago Sandoval
La cantina estaba tan llena como siempre, con mesas abarrotadas de hombres que ahogaban sus penas en alcohol y humo de tabaco flotando en el aire como una nube densa. Bruno y yo entramos, esquivando algunas miradas curiosas. Sabíamos exactamente a quién buscábamos. Y ahí estaba, en una mesa del rincón, con una botella casi vacía frente a él y el semblante amargo que parecía permanente en su rostro. Marcelo Ramírez.
—¿Qué demonios hacen ustedes aquí? —gruñó Marcelo cuando nos acercamos. Su mirada era la de un hombre derrotado, pero aún tenía el descaro de actuar como si tuviera el control.
—Necesitamos hablar contigo —dije, firme, aunque mi paciencia ya estaba colgando de un hilo.
—¿Hablar? ¿Sobre qué? No tengo nada que decirles —respondió con un gesto despectivo, llevándose el vaso a los labios.
—Sabes perfectamente de qué —intervino Bruno, inclinándose hacia él con los puños apoyados en la mesa—. Ignacio Sandoval. Queremos saber qué está tramando y cómo convenció a