38. Bajo su amenaza
Christa Bauer
Me miré al espejo, sosteniendo con ambas manos el ramo de tulipanes blancos. Mis dedos acariciaban los pétalos suaves, como si de algún modo pudiera encontrar consuelo en su pureza. Pero ni siquiera su belleza podía calmar el torbellino de emociones que llevaba dentro. Mi reflejo era el de una mujer que estaba a punto de traicionarse a sí misma, de renunciar a todo lo que amaba.
Los ojos cansados que me devolvían la mirada parecían pertenecer a otra persona. El vestido blanco, ostentoso y elegante que envío Ignacio, pesaba sobre mis hombros como una cadena que me ataba a un futuro que no quería.
De pronto, sentí unos brazos rodeándome suavemente por la cintura. Margarita, mi fiel amiga, apoyó la barbilla en mi hombro, y ambas nos miramos en el reflejo.
—Christa... —su voz era un susurro lleno de ternura—. El amor de Santiago vale más que cualquier otra cosa, sé que tu padre también estaría de acuerdo conmigo, él te amaba tanto.
Mis labios temblaron, pero no dije nada.
—E