16. Lo que se hablaba de ella
Santiago Sandoval
Conduje hasta la casita de Bruno. Sentía cómo mi corazón se aceleraba con cada kilómetro que recorría en el auto, pero al llegar, un nuevo estremecimiento se apoderó de mí. Llamé a la puerta varias veces, pero no encontré a nadie.
La casa de los padres de Bruno quedaba a unos metros de distancia. Caminé… no, mejor dicho, casi corrí. Deseaba con toda mi alma tener alguna pista de dónde estaba Christa. Me maldije de nuevo porque mi madre me había ocultado que ella había ido a buscarme. Si no lo hubiera hecho, ahora estaríamos juntos.
Divisé a la madre de Bruno cortando el césped afuera de la pequeña casa de campo.
—Buenas tardes, señora Pérez. Estoy buscando a Bruno. He ido a su casa, pero tampoco encontré a Margarita.
La señora, de cabello negro, piel trigueña y facciones gruesas, llevaba un vestido campesino con un delantal. Tardó unos momentos en reconocerme.
—Joven Sandoval, hace mucho que no lo veía. Mi hijo y Margarita no se encuentran. Están viviendo en el ranch