Antes de entrar en la habitación de Katherine, Cassian se detuvo en seco abruptamente, sintiendo que la ira lo dominaba al ver que los dos machos que había puesto frente a su puerta, estaban dormidos.
—¡Despierten!
Ni siquiera tenía que entrar a la habitación para saber qué era lo que había pasado.
Ella no estaba.
Alguien la había ayudado.
Los machos despertaron a duras penas pareciendo drogados mientras que Cassian llamaba a su Beta.
—¡Azota a estos bastardos hasta que te digan quién los drogó! ¡¿Quién ayudó a huir a mi hembra?! —ordenó él lleno de ira cuando vio a su Beta.
—Prepararé a los machos, Alfa
—No —gruñó él irritado—. Nadie se mueve.
—Pero... Alfa, si está en la manada de Ma...
—¡Dije que nadie se mueve! —gritó sin dejarlo terminar porque la insinuación lo desquiciaría aún más—. Yo la traeré. Y si él la toca, ni siquiera espera lo que seré capaz de hacer.
Cassian sabía que no debía perder más tiempo allí.
La sintió con su instinto despertando, con el vínculo que ni siquiera