—¡Katherine! —rugió, dando un paso hacia ella.
Ella lo escuchó, lo sabía por la tensión de su cuerpo pero no se giró.
Eso fue lo que más lo destruyó, su desprecio.
—¡Mírame! Bambi —insistió quebrando ramas con sus zancadas, como si su alma entera se hubiera roto en el trayecto.
Ella levantó el rostro y por fin lo miró, el mundo se detuvo.
Su apodo en sus labios resonó.
Y Cassian sintió que lo golpeaban justo en el corazón.
Ni siquiera le importaba si su cachorro era de él o de Maverik, ella y ese cachorro eran suyos, no había manera de que no fuera así.
Había lágrimas en sus ojos y eso le dolió, ella estaba rota.
—No hagas esto —murmuró él, acercándose.
Ya no era el Alfa dominante.
Ni el guerrero que acababa de derrotar a otro.
Era solo un macho perdido, desesperado y herido.
—¡Yo no voy a dejarte! —gritó él con los dientes apretados al ver que ella no respondía—. ¡No después de haberte marcado! ¡No con mi cachorro en tu vientre!
Katherine gimió abriendo los ojos con sobre