Capítulo 20: Ante lo inesperado.
El Salón de los Cien Espejos vibraba con murmullos como enjambres de avispas. Los ancianos del consejo, cuyos rostros se reflejaban infinitamente en las paredes de ónix pulido, se agrupaban en facciones visibles:
Los Leales al Dragón, partidarios del emperador; se aferraban a los bordes de sus túnicas verdes, intercambiando miradas de asombro contenido. El milagro de Aisha era innegable, pero también una grieta en el orden establecido.
Los Colmillos de Jade, aliados de Vladimir; ocupaban el centro, sus sonrisas afiladas. El anciano Chen golpeó el suelo con su bastón de ébano:
— ¡Una princesa que brilla con oro en los ojos! … ¿Acaso no ven el augurio? ¡Es una abominación tocada por magia lunar! El Ritual del Eclipse profetizó esto: un vástago real corrompido.
Los Neutrales, sentados como estatuas, esperaban. Su silencio era más peligroso que cualquier acusación.
El emperador entró con princesa en brazos, un acto sin precedentes. La bebé, envuelta en seda blanca bordada con lobos y luna