"Érase el dios de sangre dulce,el que bajó descalzo entre los hambrientos,y en lugar de darles pan,les abrió las venas con sus propias manos.— Beban —, dijo,y su sonrisa era cálida como el primer sol,mientras los dientes de ellos— afilados por siglos de miedo —mordían su carne viva, hueso a hueso.No maldijo al último mordisco,no lloró cuando solo quedó su corazón palpitando en el barro.Sopló sobre los devoradores:— Llevad esto donde yo no pueda seguir —.Y así fue:su pelo se volvió nieve,sus ojos, pozos sin fondo,pero sus palmas brillaban azules cuando sanaban.No fue la luna quien les dio el don,sino el amor de un dios que prefirió ser banqueteantes que ver morir lo que amaba.Ahora, cuando un Nyrithar cura,no es magia lo que fluye...es el último aliento de Nyrith,repitiendo una y otra vez:—Valió la pena—."Así generaciones después una niña de cabello oscuro, crecía en las Montañas Vetharyn, asentamiento de Nyrithar.El viento arrastraba el canto sagrado entre lo
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