La última terapia

Dos semanas después

Kerem se levantó temprano, como de costumbre. La habitación estaba sumida en la penumbra que para él no era distinta de la luz del día. Tanteó el borde de la cama con una calma aprendida y buscó el bastón apoyado en la mesita. No lo tomó todavía. Primero se inclinó hacia donde sabía que estaba la ropa que usaría ese día y que ya había sido arreglada por Harold en una de las sillas, para luego calzarse las botas, tocando con las yemas el cuero gastado que reconocía de memoria.

Avanzó por la habitación contando sus pasos, a ese punto, el bastón ya no era tan necesario porque Kerem había aprendido a identificar donde estaba cada cosa en esa casa.

Así que caminó hasta llegar al pequeño jardín que había mandado a instalar justo bajo la ventana. Lo cuidaba siguiendo la rutina que el jardinero le había enseñado, diciéndose a sí mismo que Lena lo haría de esa forma: revisaba las macetas una por una, inclinándose, palpando la humedad de la tierra con los dedos, acariciando
Lunita Karo

Estamos a nada de la operación de Kerem y sus cartas ya fueron enviadas ¿Llegarán a manos de Lena? lo sabremos pronto.

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