Capítulo 130. Dos Años de Luz.
**Santiago**
El avión aterrizó sobre un cielo despejado. Medellín brillaba con esa calidez que siempre me sacudía por dentro. Lucía dormía a mi lado, su cabeza sobre mi hombro. Pero mi mente ya estaba en otro lugar: en esa pequeña niña de ojos vivos que ahora llamaba sobrina.
—Iris —murmuré.
Cuando llegamos a la casa de Alejandro y Valentina, escuché las risas desde el jardín antes de tocar el timbre. El portón se abrió y allí estaba: una fiesta sencilla, decorada con guirnaldas de papel, flores frescas, globos en tonos tierra y blanco. Todo tan natural, tan lleno de amor.
Valentina salió corriendo a abrazarme.
—¡Santi! ¡Viniste!
—¿Y perderme esto? ¡Ni loco!
Iris me miró desde su silla, con los cachetes manchados de torta de banano. Tenía una corona de tela en la cabeza que decía “2”. Cuando me acerqué, me extendió una flor de papel.
—¿Para mí?
—Tuyo —dijo con su vocecita suave.
La abracé. Dios… no pensé que me quebraría tan rápido.
Lucía la alzó y empezó a cantarle una canción. Y yo