**Valentina**

El jardín de la casa de campo en El Retiro estaba decorado con guirnaldas de papel, flores silvestres y un letrero de madera pintado a mano que decía: “Amara, 1 año de luz”. Había risas de niños corriendo entre los árboles, burbujas flotando en el aire y música suave de fondo, mezclada con los gritos felices de Iris y los demás pequeños.

Camilo tenía a Amara en brazos, y ella reía con esos ojos oscuros que parecían haber heredado la intensidad de su padre. Laura la vestía con un vestido crema, sencillo y hermoso, con una vinchita de flores secas que Mónica había hecho especialmente.

—Es increíble lo rápido que pasa el tiempo —dije, acercándome a Alejandro, quien sostenía un vaso de limonada y miraba la escena como si quisiera guardarla para siempre.

—Parece que fue ayer cuando Camilo me lo dijo con esa mezcla de miedo y orgullo —respondió, entrelazando sus dedos con los míos—. Y míralos ahora… padres de una pequeña guerrera.

Iris corría tras una mariposa, con su vestido