Capítulo 133. Amor sin condiciones.
**Camilo**
El comedor de la casa de mis padres siempre tenía el mismo olor: a madera pulida, a sopa recién servida, a historia. María Clara había preparado una cena sencilla, como le gustaba: arroz con almendras, pescado al horno y ensalada de mango biche con aguacate. Mi padre servía vino blanco en las copas, impecable en su camisa blanca arremangada, como si estuviera en una junta importante.
Laura me miró desde el otro extremo de la mesa. Yo asentí apenas. Era el momento.
—¿Pasa algo? —preguntó mi madre, notando que apenas habíamos tocado la comida.
Carlos Alberto levantó una ceja, atento.
—En realidad, sí —dije, dejando los cubiertos sobre el plato—. Hay algo que queremos compartir con ustedes.
Mi mamá dejó la copa a un lado, su mirada saltó de mí a Laura. Un destello de intuición brilló en sus ojos. Mi padre se enderezó un poco, cruzó los brazos sobre la mesa.
—¿Qué sucede, hijo?
Tomé la mano de Laura sobre la mesa.
—Vamos a tener un bebé.
El silencio fue un segundo perfecto, una