La Estancia Sombra se desvaneció en el espejo retrovisor, un espejismo de piedra y secretos en medio de la inmensidad de la pampa. El viaje de regreso a Buenos Aires fue un funeral. No lloraban a un muerto, sino a un plan fallido, a una esperanza rota. La búsqueda de la verdad se había convertido en una retirada estratégica, un repliegue forzado por un enemigo que siempre parecía estar tres pasos por delante.
Florencio conducía en un silencio impenetrable, su rostro de nuevo en una máscara de furia contenida. La jugada de Blandini, filtrando esas fotos, había sido un golpe maestro. Lo había obligado a abandonar la caza, a volver al circo, a la jaula de oro donde era más vulnerable. Y lo había separado de su nueva y más potente aliada, Platina, justo cuando empezaban a construir una estrategia.Selene, a su lado, miraba por la ventana, pero no veía el paisaje. Veía el rostro de