225. Tres Reyes en una Habitación Pequeña
Mar llevaba días desaparecida o, más bien, Selene sabía donde y con quien estaba. No tenía necesidad de buscarla, sabía que fue la decisión de Mar, y que el destino de su amiga fue voluntario. Florencio no se preocupó por saber que fue de la chica del agua, como Selene nunca se atrevió a revelar que Elio estaba vivo.
Sería un secreto.
Selene solo deseó que ni Mar ni Elio volvieran a aparecer. Si Mar moría, Selene aceptó que fue el destino que su necia amiga, que la humana de agua, se había labrado.
Elio y Mar ya no eran sentidos como un problema, no al grado de lo que ya era el misterio de los Lombardi. Sin Mar, ahora Selene y Florencio siguieron en lo suyo.
La Estancia Sombra no era una casa, era un veredicto. Un monumento de piedra fría y cristal a la paranoia de un hombre que se creía un Dios. El silencio dentro de sus muros era diferente al del bosque; no era un silencio de paz, sino de esterilidad. Un silencio de museo, donde cada objeto parecía estar tras un cristal invisible,