La cabaña, durante los días siguientes, se transformó en un crisol. El aire, antes cargado de silencio y conspiración, ahora vibraba con una energía cruda, con el sonido del esfuerzo y el olor del poder desatado. Selene se había convertido en una sargento instructora implacable, y Mar era su única y aterrorizada recluta. El objetivo ya no era la contención, era la armamentización.
—¡No es suficiente! —le gritaba Selene, de pie junto al arroyo. La lluvia fina de un día gris se mezclaba con el sudor y las lágrimas en el rostro de Mar—. ¡Una esfera de agua no va a detener a un luisón! ¡Necesito que sientas el océano dentro de vos! ¡El peso! ¡La furia!Mar estaba de rodillas en el barro, exhausta, temblando. Llevaba horas intentando levantar una masa de agua significativa, pero todo lo que conseguía eran burbujas ine