117. El Veneno de la Verdad
El titular que Platina le había susurrado a través del teléfono resonó en el silencio del penthouse, no como una amenaza, sino como una sentencia de muerte ya dictada. "El Gobernador y su Monstruo de Compañía". Era brillante en su simplicidad, letal en su ambigüedad. Dejaba todo a la imaginación del público, y la imaginación del público siempre era más monstruosa que la realidad.
Florencio se quedó de pie, el teléfono aún en la mano, su mente de estratega trabajando a una velocidad febril, evaluando los daños, calculando las pérdidas. Pero por primera vez, no encontraba una contramedida. Contra Elio, tenía balas. Contra la magia de Mar, tenía la lógica (o eso creía). Pero contra Platina… contra la verdad fotografiada, contra la narrativa mediática… estaba indefenso.
Selene lo observaba desde el otro lado de la habitación. Vio la máscara del Gobernador desmoronarse, revelando ante ella al hombre acorralado que nunca creyó ver. Vio el pánico, controlado pero innegable, en la tensión de