054.
Selene no durmió esa noche. Tampoco la siguiente.
El cuerpo le ardía. El alma le pesaba. La cama olía a él.
No a Florencio. A Elio.
Y eso la enfermaba. Porque sabía que no había sido deseo. Ni debilidad. Había sido algo peor: necesidad.
La necesidad de saber si aún podía ser bestia. Si aún podía ser loba. Si aún podía dominar.
Y él… Elio… se lo había recordado con cada palabra envuelta en dientes. Con cada mirada que no pedía permiso. Con cada provocación que supuraba odio.
Se miró al espejo.
Tenía el labio inferior lastimado. Una mordida. Sangre seca.
Y debajo del labio, en la clavícula, otra marca. Como una firma cruel.
“Esto no se borra con agua,” se dijo. “Se borra con venganza.”
Pero no la suya. No todavía.
🌑 🌊 🐾
Elio caminaba por el muelle. El torso descubierto. El pecho aún húmedo por el sudor. Las cicatrices brillando como medallas.
Llevaba las botas sucias. Y el corazón… satisfecho.
Pero no por haberla tocado.
Por haberla dañado.
Había visto en los ojos de Selene algo que