035. Desnuda para un Poder que no Responde - El Aullido que No Llega
El bosque se cerró a su espalda, tragándose la poca luz que se filtraba desde la costa. Aquí, bajo el dosel de los pinos más viejos, la noche era absoluta. Selene avanzaba guiada por un instinto que era más memoria que habilidad. El pañuelo rojo en su muñeca era un faro de furia, un recordatorio insistente de su propósito. Rastreaba el olor de la jauría de Elio, ese hedor a obediencia y sadismo que ahora impregnaba cada rincón del sotobosque.
Estaba expuesta. Lo sabía. Su cuerpo humano era lento, ruidoso, frágil. Cada crujido de una rama bajo sus botas era una traición, un anuncio de su presencia para oídos que eran infinitamente más agudos que los suyos. Y sin embargo, seguía. La rabia era una armadura, la certeza de que Maia estaba viva y sufriendo era el combustible que la impulsaba a poner un pie delante del otro, a pesar del dolor sordo que seguía latiendo en su costado.
Fue un cambio en el aire lo que la alertó.
Un silencio súbito. El canto de los grillos se detuvo. El susurro