035.
El espejo no devolvía nada.
Selene se paró frente a él con el pecho desnudo y la espalda marcada por las grietas que no sangraban. Parecían ramas secas. Líneas blancas en una piel gris. No eran cicatrices. No eran fracturas. Eran símbolos. Símbolos que no recordaba haber visto, pero que su cuerpo conocía desde antes de tener nombre.
La pócima de Mora no le devolvió la loba. Pero le reveló lo que quedaba. Una mujer sin luna. Una noche sin sombra.
La grieta era real. No física. No visible a otros. Pero ahí. Justo en el centro del pecho.
Como si el corazón ya no tuviera dónde golpear.
🌑 🌊 🐾
La caja era de madera negra. Pequeña. Sin inscripciones. Ni cerradura.
Mar la abrió con cuidado. Dentro: un frasco. Un pañuelo. Y una hoja.
“Probá el contenido. Si respondés al llamado, nos encontraremos otra vez. — R.A.”
R.A. Red Azul.
Mar olfateó el frasco.
Olor a salmuera. A algas. A algo más… a memoria.
Destapó. Bebió una gota.
Y lo sintió.
Una corriente. Desde la lengua hasta los ovarios. U