036. Mi Infierno, Tu Espectáculo
El silencio en el pequeño claro era una cosa sólida, tangible. Solo se rompía por la respiración agitada de Selene, acurrucada en el suelo, y el eco lejano de la batalla entre los lobos y los cazadores, una sinfonía de aullidos y disparos que parecía pertenecer a otro mundo.
Florencio estaba de pie frente a ella, una estatua de incredulidad y furia contenida. Su mente, esa maquinaria de lógica y control, se había cortocircuitado. Había salido de la cabaña siguiendo la señal discreta del rastreador, convencido de que la encontraría tiritando de frío, perdida, quizás arrepentida de su desobediencia. Lo que no esperaba encontrar era el epicentro de una puta guerra mitológica.
La había visto.
Había visto cómo se desnudaba con esa calma aterradora frente a cinco bestias que desafiaban cualquier clasificación biológica. La había visto pelear, no como una víctima, sino como una guerrera. Su cuerpo humano moviéndose con una gracia y una fuerza que no eran humanas. La vio esquivar, rodar, gol