016.
Florencio se miraba las manos en su despacho como si acabaran de envejecerle veinte años. Las tenía manchadas. No con sangre. Con poder.
Había pasado la noche leyendo informes. Informes que nadie debía ver. Había estado con miembros del Círculo Solar, una secta política oculta en los márgenes del poder que creía en la purificación biológica del país. Su padre había sido uno de los fundadores. Ahora, él estaba siendo empujado a retomar el legado.
Los luisones eran una excusa perfecta. Una amenaza que podía convertirse en plataforma. En miedo. En votos.
—La nación merece saber la verdad —le había dicho esa noche el senador Maffei, mientras le deslizaba una carpeta con fotos—. Pero no toda la verdad. Solo la necesaria.
En esas fotos estaba Selene. Semidesnuda. En el bosque. Rodeada de los cuerpos muertos. Una figura rubia de espaldas (Florencio) se alejaba de la escena.
Él nunca supo que alguien más había estado allí.
—¿Esto es una advertencia?
—Esto es un regalo —había dicho Maffei—. Te