015. Te Observo desde el Bosque
El día se arrastró con la lentitud de una herida que no cicatriza.
Mar permaneció agazapada en su nido de arbustos y barro, una bestia paciente aprendiendo el arte del acecho. El frío de la mañana le había entumecido los dedos, pero no había abandonado su puesto. El teléfono, con la batería peligrosamente baja, seguía en su mano, un tercer ojo con el que intentaba profanar la intimidad de la cabaña.
Dentro, la vida se movía a un ritmo extraño, casi ritual. Veía al "cazador", esa figura alta y rubia, moverse con una eficiencia controlada. Lo vio encender el fuego, preparar algo en la cocina, limpiar un arma sobre la mesa con una dedicación que a Mar le pareció obscena. Se movía por la cabaña como si fuera una extensión de su propio cuerpo: cada objeto en su lugar, cada gesto con un propósito. Era el rey de esa jaula de madera.
Y luego, la veía a ella. A Selene.
Su Selene.
Caminaba vestida con la ropa enorme de él, una visión que a Mar le provocaba una mezcla de dolor y una excitaci