Esa noche, Demian fue al ala Norte, al dormitorio de Valeria. Ella lo recibió con una sonrisa y una suavidad que él no había merecido, pero que ansiaba desesperadamente. Esta vez, la calidez estaba a su alcance, y él temía arruinarlo.
Demian se acercó a ella, no con la fuerza controladora de antes, sino con una cautela casi nerviosa.
Demian: (Susurrando, sus ojos buscando permiso) __Valeria. ¿Puedo quedarme? ¿Puedo... tocarte? Quiero dormir a tu lado, pero quiero hacer el amor de la forma en que mereces. Con consentimiento__
Valeria: (Tomó su rostro entre sus manos, guiando el beso. Su corazón latía con una esperanza genuina) __Sí, Demian. Quédate. Muéstrame que sabes lo que es ser una pareja__
El encuentro fue una revelación. Las manos de Demian, que antes habían sido herramientas de posesión y castigo, ahora eran gentiles, explorando su cuerpo con una adoración silenciosa, su boca que antes mordida ahora deja besos suave y su lengua, que antes paso por todo su cuerpo solo besa su bo