Capítulo 36

ANYA

El hombre de manos callosas me arrastra por el pasillo del yate; mientras el otro camina detrás de mí, como si esperara que hiciera algo estúpido… como si pudiera.

Las paredes pulidas reflejan mi figura desencajada como un espejo deformante. De pronto, uno de ellos —el más corpulento, con cicatrices que le serpentean por los nudillos— se detiene delante de mí, quedando de frente.

Mis ojos se abren con sorpresa cuando sus manos van a mis muñecas y las libera. Mi cerebro apenas logra procesar eso, cuando en eso siento un jalón por detrás y solo veo cómo mi abrigo es arrancado de mi cuerpo. La prenda cede y un escalofrío me recorre la espalda. No sé si por el frío que siento ahora o por el miedo.

—¿Qué hacen…? —la pregunta sale temblorosa, casi infantil. No obtengo respuesta de ninguno de los dos.

Solo me invade el pánico, y, sin embargo, no hago nada para evitarlo, pero mis ojos se agrandan, imaginando lo peor: ¿Querrán desvestirme por completo? ¿Es esto lo que Serguéi ordenó?

El
Anne Mon

Recuerden que ya estamos en los capítulos finales, tal vez la siguiente semana les actualizo el resto.

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