Había sido infectada con la Luna Plateada Tóxica Crónica, un veneno lento que carcome desde adentro. La única cura era el Elixir Carmesí, una poción rara que podía purificar la sangre contaminada… pero mi vínculo de pareja, León García, lo compró y se lo regaló a mi hermanastra, Jimena Torres. ¿La razón? Pensaba que estaba fingiendo, dramatizando... como siempre, según él. Dejé atrás la opción de tratamiento conservador y tragué el analgésico fuerte sabiendo lo que venía: tres días de calma antes de que mis órganos colapsaran, uno por uno. Día uno. Le regalé la fábrica de pieles que fundé con mis propias manos… a Jimena. —Valeria, por fin entiendes lo que es querer a una hermana —me dijeron mis padres con orgullo. Día dos. Propuse disolver el vínculo de pareja con León. —Mira… por fin maduraste —me respondió con una sonrisa tranquila. También le pedí a mi hija que empezara a llamar «mamá» a Jimena. La niña la abrazó y gritó: —¡Mamá Jimena es la mejor! Jimena sonrió… y yo también. Solo que mi sonrisa, dolía. Día tres. Transferí todos mis ahorros a la cuenta de Jimena. Nadie preguntó nada. Nadie se dio cuenta. —Valeria ya no es tan cruel —susurró mi madre. —Por fin cambió —dijo mi padre, satisfecho. No sé si después de mi muerte, alguien llorará por mí. Tal vez, solo tal vez… Se arrepientan cuando ya sea demasiado tarde.
Leer másDesde la perspectiva de León GarcíaMi suegra se desmayó. Pedí a mi suegro que la llevara de inmediato al hospital.Yo me quedé con las pertenencias de Valeria que la policía me entregó: su celular y unos documentos de transferencia. Fui directo al hospital.—¿Esto es todo lo que dejó Valeria...? —preguntó mi suegro con lágrimas en los ojos al ver los papeles.Eran las escrituras de traspaso de acciones de la empresa, el fideicomiso bancario...—¡Abuelo, abuela, papá! ¡Miren esto! ¡Le están mandando mensajes horribles a mamá! —gritó Marco, alzando su celular.“Valeria, tus padres, tu pareja y tu hijo ahora son míos.”“Nunca podrás ganarme.”“Me quedaré con todo lo tuyo.”“¿Por qué la empresa sigue a tu nombre? Dijiste que era mía. ¡Eres una mentirosa!”“Si no lo arreglas, le diré a todos que me estás maltratando.”“¿Estás muerta o qué?”“Bueno, al fin y al cabo te quité el único Elixir Carmesí que podía salvarte. No tenías más opción que morir.”“¡Mejor así! ¡Muérete ya!”Decenas de me
Desde la perspectiva de la madre de ValeriaEsa noche no pude dormir. Daba vueltas en la cama hasta que Samuel Torres me preguntó qué me pasaba.—El celular de Valeria sigue apagado. No logro comunicarme con ella. Estoy… preocupada.Samuel negó con la cabeza.—No responde los mensajes, no contesta las llamadas… incluso traté de enlazarme por vínculo mental y nada. Está haciendo un berrinche, como siempre.Él pensaba que estaba molesta, como tantas otras veces, y que por eso se había aislado.Pero yo sentía algo distinto. Una ansiedad que no podía explicar.Valeria, aunque se enojara, nunca desaparecía más de un día sin decir algo. Jamás bloqueaba nuestro vínculo. Solo cuando nosotros lo bloqueábamos…Esto no era normal.Recordé el día que firmó los papeles de transferencia con Jimena. Se fue en silencio. Y no la vimos más.—¿Cuántos días han pasado desde la última vez que la vimos? —pregunté con las manos sudorosas.Samuel lo pensó un momento.—Cuatro.La angustia en mi pecho se volvió
Volví al hospital, y al poco rato llegaron los padres junto con León.Decidí probar suerte y lancé una pregunta inocente:—¿Mamá, papá? Qué bueno que vinieron. ¿Ya vieron a Valeria? Le llamé para preguntarle sobre algunos temas de la empresa pero no contesta...—Esa niña... —resopló papá, sacando su celular—. Le entregamos la empresa y ahora se pone con berrinches. ¿No entiende que hay mucho que coordinar en una transición así? ¡Ahora mismo la llamo!Marcó una vez. Luego otra. A la tercera, la llamada fue directamente al buzón.—¡Encima apagó el celular! ¡Está jugando a desaparecer otra vez! —gruñó.—Siempre igual —añadió mamá molesta mientras tecleaba un mensaje en su móvil—. Se enoja por cualquier cosa y hace estas escenas. ¡Ya cansa!Yo escuchaba en silencio, casi disfrutando del momento.Valeria… solo bastaron unas palabras bien puestas para que tus propios padres volvieran a juzgarte.Puede que no hayas transferido del todo la empresa o la cuenta del banco, pero ¿de qué sirve eso
“Valeria, cuando Jimena salga del hospital, se quedará en tu casa. Recuerda poner lirios en la habitación principal y empapelar las paredes con azul, es su color favorito.”“Sale en quince días. Mientras tanto, guarda tus cosas en el sótano. Las de Jimena ocupan mucho espacio.”Las manos de Isabel temblaban mientras sostenía el celular.Quizás también sintió esa desesperación: su mejor amiga agonizando, y la madre de ella… pensando en otra persona.Pero bueno… no era la primera vez que entendíamos la realidad.Mis párpados pesaban demasiado. Me estaba yendo. Estaba tan cansada...Isabel lloraba a gritos, pero ya no podía consolarla.20 de abril. Valeria falleció.Desde la perspectiva de Jimena TorresEstaba viendo televisión cuando se abrió la puerta de mi habitación.—¿Tú qué haces aquí? —le solté, helada.Era mi padre biológico. Al verlo sentí miedo y asco.Me miró de arriba abajo con burla.—¿Qué a qué vengo? A lo de siempre: dinero. Dame cien mil dólares, estoy seco.—Si no te hubi
Me tapé la boca para no sollozar y salí de la habitación sin hacer ruido. No sabía a dónde ir.Cuenta regresiva: un día.Quise caminar por la playa, respirar un poco, pero estaba tan lejos… y mi cuerpo ya no respondía. ¿Me estaba muriendo antes de tiempo? ¿Y ahora qué…?Con la mente nublada, marqué un número de teléfono.Cuando volví a abrir los ojos, vi un rostro familiar. Isabel Mendoza, mi mejor amiga, había venido desde la manada del sur, en Sudamérica. Nos conocimos en la universidad, y ella nunca había confiado en León, decía que él no merecía mi amor, ni mi vida.Yo no solo nunca le creí, sino que también discutí con ella. Por eso no había asistido a mi ritual de marcado. Y aun así, la había llamado. No tenía a nadie más en quien confiar.—¿¡Cómo pudiste llegar a este estado!? ¡Estás a punto de morir! ¿Dónde están ahora tu pareja y tu hijo? —gritaba entre lágrimas—. ¡Me dijiste que eras feliz, que tenían una familia perfecta! Yo, con el respirador puesto, solo pude sonre
Cuando entré a la habitación del hospital, Jimena estaba viendo una película. Lucía realmente mal, incluso parecía más enferma que yo. Aunque me recibió con aparente calidez, el brillo desafiante en sus ojos me decía otra cosa.—¡Valeria, gracias por venir! —dijo con voz animada—. Gracias también por cederme la empresa, te prometo que la haré crecer muchísimo.—Claro, Valeria —intervino mamá, tomando mi mano con entusiasmo—. Con Jimena encargada, podrás relajarte más, solo tendrás que recibir los beneficios de la compañía, ¡qué cómodo para ti!—Sí, de hecho, pensé justamente en eso —respondí con calma—. Por eso he decidido entregarle a Jimena todos mis activos. Así estaré más tranquila aún.Un profundo silencio llenó la habitación. Todos estaban impactados; sabían perfectamente el alcance de mi fortuna.—Valeria, ¿hablas en serio? ¿Incluyendo el fideicomiso del Banco Licántropo? —preguntó León, sorprendido y algo desconcertado.Me sentí confundida. Jimena siempre había deseado to
Último capítulo