Asentí.
—Ya que piensas así, entonces rompamos el contrato.
—No me vengas con esos jueguitos de hacerte la difícil —repuso Ricardo con desprecio—. Ponte la máscara ahora mismo y ve a participar en la prueba. ¡Si no, no me culpes por expulsarte de la manada!
Él sabía que desde pequeña había vagado sin hogar, y que lo que más temía era ser abandonada por el grupo, perder el hogar que tenía con él.
Si hubiera sido antes, tal vez me habría ablandado, pero, ahora, entendí que sin importar lo que hiciera, los miembros de la manada nunca me reconocerían. En esta manada, nunca tuve un lugar.
La razón fundamental era simple: Ricardo no quería hacer pública nuestra relación.
Él no me amaba.
Pensando en esto, me di la vuelta y me fui, sin mirar atrás.
—¡Si te atreves a dar un paso más, romperé el contrato contigo! —gritó Ricardo, furioso, a mis espaldas.
Me reí suavemente, sin detener mis pasos. Regresé sola al castillo donde vivíamos juntos. Él no volvió en toda la noche y yo tampoco pude dormir.
Al día siguiente, él regresó cargando una canasta, con una sonrisa en la cara, como si la pelea de la noche anterior nunca hubiera existido.
—Todavía no desayunas, ¿verdad? Te traje tus muffins favoritos.
Nunca había dicho que me gustaran los muffins. Que yo supiera, los muffins eran la comida favorita de Liliana.
Al ver que no reaccionaba, Ricardo suspiró.
—¿No te los vas a comer? ¿No es cierto que no has desayunado? — Hizo una pausa—. Anoche fuiste muy caprichosa, está bien que te hayas ido del banquete haciendo berrinche, pero hasta mencionaste romper el contrato. Si estás enojada porque no aclaré inmediatamente mi relación con Liliana, entonces buscaré una oportunidad para aclararlo.
Me sorprendí un poco. Rara vez me hablaba con un tono tan gentil, esta era incluso la primera vez que se preocupaba por si había comido a tiempo.
Al segundo siguiente, dijo con un tono más suave:
—No tienes idea, después de que te fuiste, varios líderes con los que habías negociado antes cambiaron de opinión y uno hasta dijo, sin razón aparente, que quería terminar la alianza con nosotros… Liliana es solo una dama de buena familia, no entiende de estas negociaciones políticas. ¿Mañana me acompañas a visitarlos de nuevo?
Lo miré con sarcasmo, pensando «por supuesto».
—Entonces, quieres que les ayude a arreglar su desastre, ¿ese es tu verdadero propósito?
Debería haberlo sabido desde antes. Cada vez que me mostraba falsa ternura era porque quería pedirme algo. Solo que mi amor por él me había cegado, y, hasta ahora que mi mente se había calmado, no me di cuenta de que sus intenciones eran tan obvias.
Durante todos estos años, estuvo conmigo, ¿por qué me amaba o por qué yo tenía valor para él?
Ricardo frunció el ceño, y habló con reproche en la voz.
—¿A qué te refieres con arreglar el desastre? ¿Acaso trabajar para la manada no es tu obligación?