Ricardo dijo con pánico:
—¿Cómo puede ser esto? ¿No habían acordado todo bien?
Silbé alegremente y me puse a tararear una canción mientras me preparaba para salir.
Ricardo se rio con frialdad.
—¿De verdad crees que no puedo sin ti? Esa manada de lobos salvajes había prometido hacer alianza con nosotros, son unos traidores, solo hay que decirle a Alicia y a los demás que los pongan en su lugar.
Pero Liliana se veía algo nerviosa, obviamente no tenía la confianza para liderar subordinados al combate como yo.
Me bloqueó el camino y me interrogó:
—¿Fuiste tú quien tramó esto? ¿Tú hiciste que los renegados rompieran el contrato?
La empujé.
—Quítate, en lugar de buscar culpables, mejor piensen en cómo van a resolver esto.
Esos grupos de renegados eran famosos por ser problemáticos. Por sus ataques esporádicos, los lobos de Lupusumbra habían vivido siempre con ansiedad.
Aunque cada vez más renegados se unían a nosotros, y nuestro pueblo gradualmente tomó las proporciones de una manada, todaví