La reunión había iniciado con el acostumbrado repaso de cifras, estrategias de mercado y proyecciones para el próximo trimestre. Leonardo estaba al mando, con su tono firme y mirada aguda recorriendo cada presentación. A su lado, Alanna hojeaba los informes con la misma calma que si estuviera revisando un libro cualquiera en una biblioteca.
Pero la tensión se sentía. Era densa, como una tormenta a punto de estallar.
Y no tardó en hacerlo.
Alexa, una de las socias más dura e influyentes, se acomodó en su silla con teatralidad. Su tono cortante no tardó en hacerse notar cuando Leonardo mencionó una estrategia de marketing propuesta por Alanna.
—Disculpen —interrumpió con una sonrisa afilada—, ¿vamos a tomar en serio la opinión de alguien que hasta hace poco no conocía el flujo de ingresos de la empresa?
El silencio fue inmediato. Algunos intercambiaron miradas nerviosas, otros bajaron la vista.
Leonardo alzó una ceja, dispuesto a intervenir, pero no fue necesario.
Alanna cerró su carpet