Carlos
—Señor Borbón, ¿le parece viable la proyección del tercer trimestre si ajustamos…?
Otra vez esa voz. Otra vez esa sala sobria y pretenciosa repleta de ejecutivos que creían presenciar una reunión “crucial” cuando, en realidad, ninguno de ellos tenía idea de cuán irrelevantes eran para mí.
La carpeta de proyectos estaba abierta frente a mí, llena de tablas, gráficos y flechas ascendentes. Hablaban de ganancias, inversión internacional, alianzas estratégicas. Bien por ellos. Yo asentía, sonreía, hacía un comentario inteligente justo cuando debía, lo suficiente para que pensaran que estaba prestando atención. Sin embargo, mi mente seguía lejos de ahí, donde realmente importaba.
Laura.
Desde que nos vimos en el laboratorio no salía de mi cabeza. Su imagen de chica buena o la ironía casi altanera que envolvió sus palabras.
¡Oh, Laura! Mi Laura. La forma en que se crispó al sentirme cerca, demostrando esa fragilidad tan suya que tiraba por tierra su máscara de mujer fuerte. Todo un