Mundo ficciónIniciar sesiónCarlos Borbón
El murmullo del televisor se mezclaba con el insistente golpeteo de mis dedos sobre el escritorio. Gómez hablaba de más, pero hacía rato que dejé de oírlo.
—No debió fallar —dije sin levantar la vista de los documentos desordenados frente a mí—. Te pedí algo simple.
—El sujeto fue descuidado —respondió con ese tono frío que siempre usaba cuando metía la pata—. Pero no se preocupe…
Apreté los dientes. La rabia me hervía en el pecho.
—No quiero promesas, quiero resultados —gruñí, sin apartar la vista de los papeles.
—Tranquilo, jefe, ya me estoy encargando —añadió, dándose aire con su pañuelo como si eso fuera a detener el sudor que le chorreaba por la frente.
A ese paso, su







