El Comité
Son seis. Seis alrededor de esta mesa gruesa como una amenaza, pesada como los juramentos que han hecho, y las traiciones que han tolerado. Esta habitación la eligieron hace treinta años: no por su confort, sino por lo que impone. Ninguna ventana. Ningún lujo. Solo el silencio y las consecuencias.
Esta noche, este silencio es más pesado que de costumbre. Más cargado. No flota. Pesa.
Abello es el primero en hablar. Su voz es lenta, pero no tiembla.
— El mensaje es claro. Gianni ha sido corregido. Luis también. Y Paolo… solicitó protección oficial esta mañana.
— Tres humillaciones públicas, susurra Di Nardo. Tres cuerpos marcados en nombre del trono.
— No, corrige Orsini, en un tono más grave. Tres advertencias. Tres señales de que Michel no solo ha regresado. Ya está sentado en el trono. Y no tolera más la contestación.
Un silencio. Luego Severi, el más nervioso, el más imprudente también, golpea la mano contra el respaldo frente a él.
— ¡Fuimos nosotros quienes quisimos este