— ¿Dónde está Bastián? — pregunté, refiriéndome a mi padre — . Si necesitan la sangre de un Alfa, él estaba ahí… está al otro lado de la ciudad. — Dijo Valentín respirando profundo — . Tenía unos asuntos. Tomará algo, en veinte minutos llegará. Ya envié el comunicado. No es el único Alfa en la manada. Yo seré el Alfa próximamente — dijo Valentín, levantando el mentón — . Mi sangre funcionará.Pero el Cuervo negó. — No. Aunque tu promesa de ser el Alfa exista, aún no lo eres. Tu sangre aún no ha cambiado. Necesito tu sangre — dijo, mirando a Ismael. — ¡Pero él ni siquiera es el Alfa de su manada! — gritó Valentín con un poco de rabia. — Lo es. Lo sigue siendo. Cuando un lobo se convierte en el Alfa de una manada, su fisionomía cambia. Es un instinto que ha perdurado por los siglos. Tal vez es algo en los genes que los hace diferentes. Es el tipo de magia que utilicé para crear el Domo que protege a Flagela. Necesito tu sangre o la ciudad no va a pasar de esta noche.Ismael volt
Se citó una reunión de consejo extraordinaria. En ese momento, Bastian parecía enojado, pero no directamente conmigo: estaba enojado con la situación tan tensa y extrema que se nos había venido encima.Yo ya había mostrado indicios de poder aprender a controlar el poder del hielo, pero no eran más que indicios vacíos de verdad. Necesitaba controlarlo, realmente aprender qué era y de dónde venía, qué era lo que podía hacer con él.Ahora no sólo era una necesidad por mi propio bien, sino por el bien de las personas que me rodeaban. ¿Quién podría asegurar que no volvería a tener sueños desastrosos en los que se saliera de control mi poder? Si Salomón no hubiese estado esa noche en Flagela, la ciudad no hubiese amanecido con vida.Entonces, la reunión del Consejo se llevó a cabo hasta altas horas de la madrugada. Estábamos todos ahí reunidos. Bastian ondeó su cabello blanco mientras caminaba al alto podio que lo ponía por encima de los demás, donde todos podíamos verlo. — He recibido la
Bastian se puso de pie en donde estaba. Pude ver en su rostro una determinación absoluta. — Llegó el momento — dijo.Luego miró a los ancianos del Consejo. — Todos prepárense para defender la ciudad.Cuando yo volteé a mirar a Mael, lo vi suspirar profundo. — Tienes que venir conmigo — le dije.Pero él negó. — Sabes que no puedo hacerlo, Alicia. Es mi manada. Tengo que recuperarla. No puedo permitir que Alexander haga esto. Es prácticamente un suicidio. La manada no conoce la tormenta eterna, e invadir Flágela es prácticamente imposible. Es una misión suicida y no entiendo por qué Alexander está guiando la manada hacia esta trampa. — Pero tienes que acompañarnos. Es la única oportunidad que tienes para averiguar qué es lo que pasó con tu madre, por qué te abandonó de esa forma. — Pero tengo que recuperar la manada. — ¡No tienes que recuperar nada! — le dijo Bastian, bajando de su tarima y caminando hacia donde estábamos nosotros, con su paso firme, con su voluntad de Alfa — .
Cuando Samir estuvo libre, no pude evitar sentirme un poco intimidada. Era un vampiro alto y fuerte, un puro completo, muy seguramente más fuerte que muchos lobos. Aunque los lobos eran los más fuertes de su mundo, la sangre más pura de cada especie siempre sería un excelente contrincante.Estaba segura de que si Samir quisiera asesinarme, en solo un segundo podría hacerlo sin que nadie pudiera evitarlo. Pero no teníamos opción. Nosotros debíamos confiar en su respuesta a la guerra, diciendo que esto era mucho más importante que la batalla que se avecinaba entre Luna Azul y Flagela. Me había asustado. Tal vez era verdad, tal vez el asunto de la Portadora del Hielo era algo mucho más importante.Visitó uno a uno a los vampiros que aún estaban en la celda. A todos les dio sonoros besos en las mejillas y en la frente, y les prometió que volvería. No pude evitar sentirme enternecida por aquel acto. Un general, por lo regular, siempre era de sangre fría y no le importaba a quién dejaba atr
Me volví hacia el grupo de lobos que estaba allí, algunos cargados con los insumos que necesitábamos para el camino. Samir, orgulloso, levantó el mentón ante todos. — Si son capaces de seguirme el ritmo — dijo — , llegaremos al Aquelarre de la Luna en dos días y medio, cuando mucho. Esperemos que menos. Es un viaje largo y peligroso. Hay dos puntos en los que podemos pasar la noche, y sí o sí tenemos que llegar a ellos antes de que anochezca, o la tormenta eterna va a matarnos. No existe criatura que pueda sobrevivir una noche a la intemperie. Tal vez el Rey Cuervo, pero él no podrá protegernos a todos.Salomón sacudió sus alas como respuesta. Aún no confiaba en él. Recordaba perfectamente que, en la aldea, había usado el suero inhibidor para quitarles los poderes a los lobos. Luego, Alexander había usado el mismo suero para quitarle los poderes a Ángel y flagelarlo en público, solo para provocar a Ismael. La única forma en la que el lobo, que ahora se hacía pasar por el Alfa de Lun
Los últimos pasos antes de llegar al aquelarre fueron devastadores. Sinceramente, pensé que no sería capaz de sobrevivirlos. Pero tenía que hacerlo, ¿no era así? Ni siquiera habíamos llegado a la montaña y yo ya sentía que no sería capaz de sobrevivir al viaje de regreso. Me sentía tan cansada y agotada que tuve miedo de ni siquiera ser capaz de completar ese viaje. Me aferré con fuerza al pelaje de Ángel mientras seguíamos avanzando por la inclemente tormenta. Parecía que a cada paso la tormenta se hacía más y más pesada, más fuerte, como si quisiera arrancarnos del sueño. Tal vez así era.Me pregunté si la tormenta tendría fin alguna vez, si tendría un límite o un borde. Incluso Samir parecía afectado por el frío inclemente, por la ventisca. Sus pasos se hacían lentos, y uno de los lobos exploradores que envió mi padre para protegernos tuvo que ayudarlo con la punta de su hocico para que el viento no lo elevara. — ¡Falta poco! — gritó por encima de la ventisca.Yo cerré los ojos y
A Salomón lo habían vestido con un extraño mono verde oscuro. Si los colores eran tan importantes para el aquelarre, seguramente el marrón significaba lobos y el verde oscuro gente del bosque. De todas formas, sus alas eran suficientemente anchas como para que tropezaran con las paredes de piedra del lugar. Bajo la montaña, podía escucharse el sonido metálico de las plumas rasgando la superficie. — ¿Ustedes tienen algo que ver con el aquelarre de las estrellas? — preguntó Sirius, entusiasmado, mientras caminábamos por los pasillos.El hombre se encogió de hombros. — No mucho, la verdad. Hace unos cuantos siglos ambos aquelarres tenían contacto. Después de lo que sucedió con los Reyes Cuervo en la ciudad de Agnaquela, nos hemos distanciado bastante. — Es que me parece curioso — continuó Sirius — . Ambos aquelarres no son como los tradicionales. Se han enfocado más en la magia, heredando costumbres de la gente del bosque… Solo que ellos con las estrellas y ustedes con la luna. De v
— Creo que es mejor que hablemos en un lugar más cómodo — dijo el transformista.Señaló una puerta a la derecha. Caminó hacia ella, la abrió, y todos entramos uno a uno, ya que era una puerta relativamente estrecha.Entramos a un salón que era completamente diferente a todo lo que habíamos visto dentro del aquelarre. Era amplio, con un enorme tragaluz de forma redonda en el techo que dejaba entrar la blanca luz de la tormenta eterna que azotaba la montaña sobre nuestras cabezas. Había muebles tapizados con cojines de plumas y una enorme chimenea que calentaba todo el hogar.Lo primero que hice cuando llegué fue caminar directamente hacia un pequeño cojín en el suelo, que había junto a la chimenea, y me senté sin siquiera pedir permiso. Estaba agotada y tenía tanto frío que no pude evitar dejar escapar un poco el aire cuando aquella sensación cálida me reconfortó.Todos nos acomodamos en el lugar. Axel, el transformista, se sentó en un amplio escritorio de madera brillante y pulida y